jueves, 19 de agosto de 2010

Desde el aeropuerto a casa

No hay sentimiento comparable a la llegada de un amigo o familiar de visita. El pasado mes de Diciembre un buen amigo, Cesar, llegaba al aeropuerto de Sydney, la alegría que te entra en ese momento es muy grande, luego tras unas semanas de vacaciones esa persona se vuelve a casa y te entra la tristeza. Aun así el sentimiento de alegría que da recibir a alguien supera la tristeza de su marcha, por desgracia de lo último que te acuerdas es de la marcha de la persona, lo cuál te deja un regusto amargo en el paladar que tan solo se calma mirando adelante y contando los días o semanas hasta que otro amigo o familiar venga de visita. No dejéis de venir, necesito poder contar fechas.

En los meses antes de la llegada de mi padre de visita a Australia, volviendo del aeropuerto a casa (cosa que hago con cierta frecuencia), fantaseaba con el día que haríamos juntos ese mismo trayecto en coche, la ilusión me desbordaba por enseñarle a mi padre donde vivía, quien me rodea, como se vive aquí... Y llegó, e hicimos e trayecto juntos, él derrotado tras 26 horas de vuelos sentado en estrechos aviones y yo, que me había tomado ya dos cafés durate la espera puesto que su avión llegaba tarde, creo que no paré de hablar en los 30 minutos del trayecto, lo había practicado muchas veces, el túnel, Anzac bridge, la bahía, el harbour bridge a la derecha, los barcos aparcados en la calle, y la llegada a casa.
Me lo llevé a recorrer la ciudad y a disfrutar del país, lo pasamos genial, vimos muchas cosas y tengo la maleta llena de historias que compartir aquí en este blog durante las próximas semanas.
Pero luego llega un día en que te das cuenta de que pronto se tiene que marchar, y te empieza a entrar la pena, luchas contra ella pero te vence en el momento en que te fundes con él en un abrazo a la puerta de aduanas, te quedas sin palabras porque si abres la boca solo salen ruidos de la tristeza que en ese momento te llena, te gustaría poder tener el aplomo y la calma para decirle lo bien que te lo has pasado, lo mucho que le quieres y que le echarás de menos.
Aun con esa tristeza de la marcha, sin dudas el sentimiento de recibir a una persona en el aeropuerto no es comparable con nada.

Los expatriados tenemos la suerte de tener un segundo hogar, pero eso es un arma de doble filo, ganas un hogar y te puedes desplazar de uno al otro felizmente pero por desgracia siempre te va a faltar alguien del otro hogar, siempre vas a estar lejos de unos padres o abuelos, te vas a perder la boda de algún amigo, ver a tu hermana crecer o poder darle un beso a tu madre en su 50 cumpleaños. Ser expatriado te da mucho, por un lado creo que amplia tus horizontes, te endurece, te forma, inspeccionas sitios nuevos y haces nuevas amistades y por el otro es como un reto constante, conseguir un trabajo en el extranjero, por básico que sea te llena, pequeños logros te llenan de alegría. Nunca me había enorgullecido de mirar primero al lado de donde vienen los coches al cruzar la calle, nunca me había enorgullecido ir a la peluquería y conseguir el corte que quería, nunca me había enorgullecido de poder conducir... aquí me he enorgullecido de ello.

Mañana es día de elecciones en Australia, pero de eso mejor hablamos en otro momento mejor.

1 comentario:

  1. Bonito post, se queda uno tambien sin palabras y eso que no lo he vivido, aunque me entran mas ganas de hacerlo ya de una vez jeje.

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